Llegó con algo de retraso, como harían las estrellas de rock. Con ella, el dicho “lo bueno se hace esperar” tiene todo el sentido del mundo. A los asistentes se nos entregó una carta de baraja francesa a modo de entrada, una original manera de invitarte a pasar a un sótano con nombre y adornos de película. Al bajar las escaleras de aquel curioso local, nos fuimos colocando, gradualmente, pegados a la barra que nos distanciaba del escenario. Mientras esperábamos nos envolvió una atmósfera de la excitación que precede a algo grande.
Salió a cantar sin siquiera saludar, acompañada de su guitarra y su fiel compañero y productor Román Méndez, miembro de Miss Caffeina. Entre golpeos y acordes sonó brillantemente “Sirenas” anteriormente llamada “Cuarto traste”. Aplausos y algún que otro halago antecedieron a unas pocas palabras de la artista. Creo que sus seguidores estarán de acuerdo conmigo, en que, esta estrellita pendiente de ser reconocida estelarmente, atrae, no solo por su música sino por su manera de compartirla. Cada “gracieta” que cuenta hace aún más cercanas sus letras y cada agradecimiento que da, más grande el poder verla actuar en directo.
No sé si era su flequillo el que escondía los temblores que decía tener, pero lo cierto es que su voz no falló en ningún momento. La guitarra pudo resistírsele un poco a veces pero riéndose de ella misma logró hacer de la afinación pura magia. Compartió con los presentes sus últimas canciones, las recogidas en su codiciado EP, y otras no tan recientes. La aportación de Román con su armónica y el cajón le dieron aún más vidilla a algo, ya de por sí, muy avivado.
Con “Nana Noir” nos adormiló a todos un poco mientras que con “Restos de mi verano” consiguió emocionarnos, confiándonos el secreto de su creación. “Pacuare” nos transmitió el miedo a perder, a dejar partir. “El pequeño vals sin título”, la favorita de una servidora, contó con dos gráciles espontáneas, que emocionaron a Carmen bailando un vals. Faltó su hit por excelencia “Cartas desde el círculo polar”, según ella es demasiado ñoña y cree que no la cantará más, me parece correcto, es mejor no quemar las canciones, las viejas tienen que dejar paso a las nuevas. “Octubre”, su última creación, fue tocada por primera vez sobre un escenario y recibida por los presentes como un hermoso regalo. Una “Canción A” cargada de fuerza, fue la encargada de poner punto y final a una brillante velada. Como siempre, se bajó de su altar y dejo que sus “súbditos” la halagasen un poco, un retazo de sencillez que estoy segura anima a los oyentes a volver.
Es una artista con todas las letras y no me cabe ninguna duda de que llegará lejos, solo cabe esperar.
Tiene un algo, igual son sus notas, sus palabras o su simple presencia. Tiene un algo que ojalá no se apague.
Para los que aún no tengáis la suerte de conocerla, ella es Carmen Boza.
Salió a cantar sin siquiera saludar, acompañada de su guitarra y su fiel compañero y productor Román Méndez, miembro de Miss Caffeina. Entre golpeos y acordes sonó brillantemente “Sirenas” anteriormente llamada “Cuarto traste”. Aplausos y algún que otro halago antecedieron a unas pocas palabras de la artista. Creo que sus seguidores estarán de acuerdo conmigo, en que, esta estrellita pendiente de ser reconocida estelarmente, atrae, no solo por su música sino por su manera de compartirla. Cada “gracieta” que cuenta hace aún más cercanas sus letras y cada agradecimiento que da, más grande el poder verla actuar en directo.
No sé si era su flequillo el que escondía los temblores que decía tener, pero lo cierto es que su voz no falló en ningún momento. La guitarra pudo resistírsele un poco a veces pero riéndose de ella misma logró hacer de la afinación pura magia. Compartió con los presentes sus últimas canciones, las recogidas en su codiciado EP, y otras no tan recientes. La aportación de Román con su armónica y el cajón le dieron aún más vidilla a algo, ya de por sí, muy avivado.
Con “Nana Noir” nos adormiló a todos un poco mientras que con “Restos de mi verano” consiguió emocionarnos, confiándonos el secreto de su creación. “Pacuare” nos transmitió el miedo a perder, a dejar partir. “El pequeño vals sin título”, la favorita de una servidora, contó con dos gráciles espontáneas, que emocionaron a Carmen bailando un vals. Faltó su hit por excelencia “Cartas desde el círculo polar”, según ella es demasiado ñoña y cree que no la cantará más, me parece correcto, es mejor no quemar las canciones, las viejas tienen que dejar paso a las nuevas. “Octubre”, su última creación, fue tocada por primera vez sobre un escenario y recibida por los presentes como un hermoso regalo. Una “Canción A” cargada de fuerza, fue la encargada de poner punto y final a una brillante velada. Como siempre, se bajó de su altar y dejo que sus “súbditos” la halagasen un poco, un retazo de sencillez que estoy segura anima a los oyentes a volver.
Es una artista con todas las letras y no me cabe ninguna duda de que llegará lejos, solo cabe esperar.
Tiene un algo, igual son sus notas, sus palabras o su simple presencia. Tiene un algo que ojalá no se apague.
Para los que aún no tengáis la suerte de conocerla, ella es Carmen Boza.
Espero poder vivir lo que tu pronto.. Me encanta!
ResponderEliminarLo mismo te deseo yo, esta chica es muy grande.
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