En esa playa de versos a capela me confesaste entre susurros
que el viento soplaba demasiado fuerte como para guardar nuestros secretos. Mientras la espuma del mar se decidía entre cubrir nuestros tobillos o dejarnos
libres de cadenas, tú me suplicaste que no te dejase volar. Por aquel entonces
no supe o no quise entender lo que aquella prisión preventiva anhelada pretendía
significar. Pero ya no es así, ahora todo cobro puntos e ies, lo blanco y negro
pasó al color y las arenas movedizas se volvieron tierra firme sobre la que
caminar juntos de la mano al son de bailes de otros.
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